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noviembre 25, 2025El diácono hernandense será ordenado sacerdote el 29 de noviembre en la Catedral de Villa María, en una ceremonia histórica para la diócesis. Su primera misa en su ciudad natal será el domingo 30, a las 20 horas, en la Parroquia San José.
El diácono Martín Bertello, oriundo de Hernando, vive días de profunda preparación espiritual en la antesala de uno de los momentos más significativos de su vida: su ordenación sacerdotal, que se celebrará el 29 de noviembre en la Catedral de Villa María. La diócesis vive con especial expectativa esta ceremonia, ya que hace tres años no se registran ordenaciones, y recién volverán a ocurrir en 2027.
Previo al gran día, Martín celebrará el domingo 30, a las 20 horas, su primera misa en la Parroquia San José de Hernando, donde dio sus primeros pasos en la fe.
“Estamos preparando el corazón para esta consagración definitiva al Señor”
Así describe el diácono este tiempo de retiro interior y gratitud. Su camino vocacional, sin embargo, no fue lineal. Terminando el secundario, parecía decidido a ingresar al seminario, pero tres días antes sintió una inquietud profunda que lo llevó a poner una pausa.
Fue, según él, una “crisis necesaria”. Comenzó a trabajar en una distribuidora y, lejos de alejarlo, ese tiempo lo ayudó a madurar la vocación. Dos años después regresó al seminario con más claridad y convicción. Desde entonces, no dejó de avanzar, aun atravesando las crisis propias de todo proceso vocacional.
Hernando: tierra de fe y de vocaciones
Martín reconoce con orgullo sus raíces. Asegura que Hernando es un pueblo fecundo en vocaciones religiosas: ya cuenta con cuatro sacerdotes, un misionero en Albania y un monje benedictino. También destaca el legado de las Hermanas Trinitarias y de tantas mujeres de fe que sostuvieron la vida parroquial a lo largo de décadas: “Los santos de la puerta de al lado… esas doñitas que rezaron tanto.”
Su experiencia como diácono en Marcos Juárez
Durante su servicio pastoral en Marcos Juárez, Martín encontró una comunidad que lo recibió con calidez y compromiso. Agradece especialmente al Padre José, con quien comparte celebraciones y responsabilidades: “Me anima y me acompaña. Es un gran formador, me siento muy a gusto con él.”
En estos meses, se lo vio proclamar el Evangelio, predicar y acompañar la vida parroquial. Disfruta especialmente la preparación de las homilías, donde busca hablarle al pueblo y también a sí mismo.
Un llamado que nació en la infancia
Martín recuerda que su vocación comenzó de niño, acompañando a misa a su abuela y quedando fascinado por los gestos del sacerdote. Incluso “jugaba a celebrar misa” en su casa, usando lo que tenía a mano para imitar los ritos. Su servicio como monaguillo terminó de encender esa inquietud que hoy llega a su plenitud.
Un mensaje para los jóvenes
Antes de despedirse, deja unas palabras que sintetizan su historia: “A los jóvenes les digo que se pregunten… y si el Señor los llama, no tengan miedo a responderle que sí, porque van a ser muy felices”, concluyó.




