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abril 22, 2025NOTA DE OPINIÓN: La tardanza sistemática en la llegada de la Policía Judicial a los lugares donde ocurren hechos fortuitos en Córdoba no solo expone fallas operativas: deja a las víctimas, familiares y testigos en un limbo doloroso e injusto.
Los hechos fortuitos —accidentes, muertes repentinas, hallazgos de cuerpos, entre otros— requieren respuestas rápidas, precisas y humanas. Sin embargo, en Córdoba, cada vez son más las voces que denuncian la demora de la Policía Judicial en actuar cuando su presencia es urgente e indispensable. Y esa tardanza, lejos de ser un simple problema logístico, se convierte en un drama silencioso que vulnera derechos y siembra desconfianza.
En muchos de estos casos, la escena queda desprotegida durante horas. Familiares que esperan sin respuestas, testigos que se cansan y se van, pruebas que se deterioran o directamente se pierden. Calles cortadas por tiempo indeterminado, cuerpos sin retirar, y una sensación generalizada de abandono. Mientras tanto, los efectivos policiales que custodian el lugar hacen lo que pueden, pero no tienen competencia para iniciar las actuaciones necesarias. Todo queda en pausa, como si el tiempo no corriera… hasta que la Policía Judicial decide llegar.
La situación se vuelve aún más crítica en el interior provincial. En localidades como Hernando, Tancacha y Río Tercero, en los últimos días se han registrado acontecimientos graves en los que se tuvo que esperar entre 4 y 7 horas para que arribara personal de la Policía Judicial. Una espera que se vuelve interminable para quienes están atravesando un momento de dolor, angustia o incertidumbre. Y también una muestra clara de la desigualdad territorial en la respuesta institucional.
No se trata de buscar culpables individuales, sino de señalar una falla estructural. ¿Faltan recursos? ¿Hay desorganización? ¿No se dimensiona la importancia de intervenir con celeridad? Las respuestas a estas preguntas deben encontrarse con urgencia, porque lo que está en juego no es solo la eficacia del sistema judicial, sino la dignidad de quienes atraviesan momentos traumáticos.
Es hora de revisar protocolos, optimizar recursos, y entender que una Policía Judicial que llega tarde, llega mal. La eficiencia no es un lujo: es una obligación del Estado con su gente, especialmente en los momentos donde la vida cambia en un segundo.
Por: Ignacio Boretto.