El Obispo de la Diócesis de Villa María pidió a la comunidad que no mire para otro lado ante el hambre del prójimo. Encomendó a Cáritas la planificación de las acciones para hacer más eficiente la administración de la generosidad de los vecinos.

“Todos sabemos que las condiciones económicas de nuestro país están afectando a muchos hermanos, algunos de los cuales no ven cubiertas sus necesidades básicas. Es por esto que quiero hablarles familiarmente a todos sobre lo más elemental para nuestra vida: la alimentación”. Así comienza la misiva del obispo de la Diócesis de Villa María, Samuel Jofré, en el que pide a vecinos y vecinas que estén dispuestos a paliar el hambre de los más vulnerables.

“Animo a toda la comunidad a una actitud eficaz para aliviar entre nosotros el flagelo del hambre. La primera responsabilidad la tenemos quienes estamos en edad y condiciones laborales. Hemos de trabajar honestamente para obtener el sustento propio y el de las personas a nuestro cargo. Sin embargo, diversas circunstancias personales, familiares y sociales hacen, a veces, muy difícil o imposible esta tarea. Vienen entonces a nuestros oídos las palabras de Jesús: ‘Tuve hambre y ustedes me dieron de comer… Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’”, escribió el prelado, citando el evangelio.

“Quiero pedirles que, en nuestras parroquias y otras instituciones, nos movilicemos para ayudar a que nadie sufra hambre a causa de nuestra indiferencia.

Dentro de la gran pobreza nacional, reconocemos que en nuestra diócesis y región no estamos tan mal como en otros lugares del país”, apuntó.

“Dejo a la iniciativa y creatividad de cada uno el modo de concretarlo”, planteó, al referir que no iba a dar indicaciones de cómo y dónde contribuir para paliar el hambre. Aunque expresó: “Si les pido a los párrocos que las Cáritas parroquiales instrumenten modos de canalizar la generosidad de la comunidad y gestionen de la manera más eficiente posible esa ayuda, contando también con Cáritas diocesana”.

También solicitó a la organización que es el brazo solidario de la Iglesia que lleve adelante “una planificación a partir de la cual se prevean acciones sostenidas de acompañamiento, asesoramiento y organización en estas ayudas”.

La pobreza y sus causas:

En un tramo de la misiva del obispo, habla sobre su análisis de la situación crítica del país: “Es bien sabido que la pobreza en Argentina no se debe a una calamidad natural ni a una agresión extranjera. La pobreza que sufre gran parte de la población de nuestra Patria es consecuencia de nuestros propios desórdenes personales y comunitarios, morales y políticos, sin descartar ineptitud de algunos funcionarios. Estos desórdenes se vienen arrastrando y acumulando desde hace décadas, por lo que cualquier intento de mejorar tardaría un tiempo en dar sus frutos. El hambre y la alimentación no pueden esperar, particularmente en los niños”, concluyó.

SOBRE LOS ADULTOS MAYORES – Escuchar a quienes piden ayuda y a los que no lo hacen

En el texto enviado a los medios de comunicación por el Obispado de Villa María, se refiere particularmente a las necesidades de las personas de dos franjas etarias definidas: niñez y ancianidad. “Una mención especial merece la atención de los adultos mayores. Aunque sus necesidades son diversas a las de los niños, su hambre no puede dejar de interpelarnos. Es necesario tener en cuenta que esas personas, especialmente cuando han trabajado toda su vida, quizás no se acerquen a pedir ayuda, por lo que es oportuno salir a buscarlos. Al igual que en la pandemia de Covid, hemos de estar atentos a los que piden y a los que no lo hacen”, planteó Jofré.

“Esta carta es un pedido en nombre de Cristo, pero es también una oferta, la de hacer algo importante por Dios, la Iglesia y la Patria. Si la aprovechamos podemos experimentar la verdad de la enseñanza de Jesús: ‘La felicidad está más en dar que en recibir’”, finalizó.