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mayo 20, 2025La Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial bajó el límite de presión considerada normal de 14/9 a 13/8. El cambio, consensuado con sociedades médicas, busca reducir drásticamente las complicaciones en pacientes hipertensos.
Un cambio clave en los parámetros de presión arterial promete tener un fuerte impacto en la salud pública argentina. La Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA), en conjunto con la Sociedad Argentina de Cardiología y la Federación Argentina de Cardiología, estableció que el nuevo valor máximo recomendado de presión arterial debe ser de 13/8, y no 14/9 como se consideraba hasta ahora.
La modificación no es menor: según especialistas, podría evitar hasta un 15% de los infartos y un 18% de los accidentes cerebrovasculares (ACV) en personas hipertensas. Así lo explicó Nicolás Renna, ex presidente de la SAHA, quien destacó que este nuevo parámetro podría marcar un antes y un después en la prevención de enfermedades cardiovasculares. “Una vez que uno ya es hipertenso, la presión tiene que ser más baja que 14/9. Hay que lograr valores menores a 13/8”, señaló.

La hipertensión es una enfermedad silenciosa que afecta a cuatro de cada diez adultos en Argentina, es decir, a unos 15 millones de personas. De ellos, solo el 40% sabe que la padece, y apenas uno de cada cinco diagnosticados tiene la presión correctamente controlada. Esta falta de diagnóstico y seguimiento adecuado es una de las principales causas de complicaciones graves como infartos e insuficiencia renal.
“De cada cinco hipertensos diagnosticados, sólo uno está bien con su presión arterial”, explicó Renna. “Las causas son múltiples: desde pacientes que no siguen el tratamiento hasta médicos que no aciertan con la medicación o que directamente no toman la presión en los controles”.
El último cambio en las guías de presión arterial se había realizado en 2017. En esta nueva actualización, también se contempla la publicación de una guía orientada a pacientes, con el fin de mejorar la educación en hábitos saludables, control médico y adherencia a tratamientos. La meta es clara: lograr una mejor calidad de vida y evitar miles de muertes prevenibles.
Este nuevo estándar marca un desafío para el sistema de salud y la práctica médica cotidiana, pero también una gran oportunidad. La presión baja, bien controlada, puede marcar la diferencia entre una vida saludable y una emergencia médica.