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mayo 5, 2025
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mayo 5, 2025Los recientes hechos de violencia a la salida de un local nocturno invitan a una reflexión profunda sobre el contexto social que atraviesan muchos jóvenes, el rol de las familias, y el lugar que ocupan las instituciones en la vida cotidiana.
Lo ocurrido en la madrugada del sábado, en las inmediaciones de del pub Conejo Negro de Hernando, trasciende el ámbito de lo anecdótico o excepcional. Un enfrentamiento que habría comenzado con una discusión derivó en una situación desbordada, con varias personas involucradas (como se observa en los videos viralizados) y al menos dos lesionadas. Más allá de las circunstancias particulares, este hecho obliga a pensar en una dimensión más profunda.
Que estos sucesos se repitan no es casual. La noche, que tradicionalmente ha sido un espacio de disfrute, de vínculo y de expresión para la juventud, parece en algunos casos convertirse en un escenario de riesgo. No por la noche en sí, sino por lo que estamos –o no estamos– haciendo como sociedad para sostener esos espacios con responsabilidad.
El consumo de alcohol y otras sustancias, cada vez más visible y precoz, no puede abordarse solo desde la mirada punitiva o policial. Tampoco alcanza con señalar a un pub o a una institución en particular. Es imprescindible asumir que esta realidad requiere una respuesta colectiva, que convoque a todos los actores sociales: familias, escuelas, clubes, medios, gobiernos y la propia juventud.
Frente a este tipo de situaciones, necesitamos abrir un debate más profundo, sostenido en el tiempo, que permita pensar políticas públicas integrales de prevención, espacios de formación, y entornos de contención afectiva y social a respuesta no debe ser solamente sancionadora, sino formativa y preventiva.
Es fundamental, además, reconstruir el vínculo entre adultos y jóvenes. Recuperar el diálogo intergeneracional, fortalecer la presencia adulta no desde el control autoritario, sino desde el acompañamiento genuino. Saber dónde están nuestros hijos, sí; pero también comprender cómo están, qué sienten, qué buscan.
Transformar esta preocupación en acción concreta es un desafío urgente. No para estigmatizar, sino para cuidar. No para prohibir, sino para construir nuevas formas de convivencia. Que la noche vuelva a ser un lugar seguro, creativo y compartido es una meta posible. Pero requiere de un esfuerzo colectivo que no puede esperar.
VIDEO: Imágenes sensibles con desenfoque.